La humildad: el eslabón perdido de las relaciones públicas
Por: Natalia Martín / http://www.rrppnet.com.ar/
Qué valores deberían guiar los objetivos de un Relacionista Público? ¿Qué actitudes adoptar en el trato con los distintos sectores?.
Humildad no es sinónimo de desvalorización, leí una vez. Y desde la frase comencé a pensar en este artículo, y reconstruir en mi pensamiento el perfil ideal que creo debería tener un Relacionista Público. Un planteo que hago porque la humildad y el sentido a veces parecen ausentes en el rol que nos toca compartir.
En el día a día uno ve a todo tipo de profesionales, se ve a los sinceros y honestos, a los apasionados y luchadores y a los que están ahí sin saber muy bien por que y para que, y desde ese lugar que quizás ni ellos eligieron se olvidan de uno de los valores más importantes en nuestra profesión: la humildad.
Ante tal circunstancia, quizá el objetivo más interesante que persigo en este artículo sea la reivindicación de la sencillez en las relaciones con los distintos públicos, la humildad como valor para llegar a la razón o sentimientos de ese otro con el que tenemos que lograr una comunión, si es que así entendemos la comunicación.
Se sabe que una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras agradables, entonces ¿porque fracasaran algunos programas de relaciones públicas o de comunicación? Si Oscar Wilde viviera seguramente respondería “ser natural es la más difícil de las poses”.
Entiendo que no hay comunicación posible sin comprender al otro primero, para ello antes es preciso descubrir las necesidades latentes para poder responder y cooperar desde ese lugar de conocimiento, desde ese estilo que predispone a uno a hacer lo que es bueno aquí y ahora, sin perder de vista el objetivo final “comprendernos”.
No ponerse en el lugar del otro, ni reparar en escuchar los reclamos porque no se considera importante lo que el otro tiene para decir son las llamativas similitudes que comparten los programas de Relaciones Públicas o Comunicación mal gestionados donde el eslabón no pudo ser encontrado y la audiencia tampoco.
En reiteradas ocasiones escucho que los políticos están alejados del pueblo, que sus discursos ya no seducen y que sus acciones carecen de credibilidad. Y si pienso en las empresas me doy cuenta que conocer al cliente, descubrir quién es que esta detrás de la estadística es un asunto importante pero no urgente, de modo que lo urgente siempre posterga lo importante y se pierde entonces el sentido de esos programas, un sentido que a veces parece olvidado por la falta misma del valor que se le atribuye.
La mayoría de las empresas que nunca desarrollaron un programa de Relaciones Públicas o fracasaron en la implementación parecen haber olvidado el impacto que la comunicación tiene en sus audiencias y la necesidad que poseen los individuos de informarse, entender y comunicarse; por tanto, no se trata simplemente de implementar una nueva forma de manejar y observar la comunicación, sino de promover de manera eficaz las relaciones, pieza fundamental del concepto que encierra la palabra Relaciones Públicas.
Entonces, comprender la importancia del rol del Relacionista Público, es entender la dinámica de las comunicaciones ya que comunicar significa poner en común a dos o más personas en cuanto a una misma situación. Y la reflexión me hace pensar ¿Se podrá entonces poner en común y estar a la par del otro desde algún lugar que no sea la humildad?
Encontremos las alternativas que nos alejen del desastre, busquemos profesionales humildes y capaces para implementar los programas de Comunicación y Relaciones Públicas. Encontremos el eslabón perdido y entonces si COMUNIQUEMOS.